CONTRIBUCIONES CEHA
150 aniversario Segundo de Chomón
Joaquín Cánovas Belchí (Vicepresidente CEHA)
29 / 12 / 2021
En octubre de 2021 se cumplieron 150 años del nacimiento del cineasta Segundo de Chomón Ruiz, nacido en Teruel, pero muy ligado a Barcelona.
La Filmoteca de Cataluña, consciente de que homenajear a un cineasta es darlo a conocer, establecer conexiones entre su vida y sus películas para apreciarlo desde el hoy, ha organizado un amplio programa de actividades que llevan desarrollándose durante todo este año y al que quiere sumarse CEHA con la felicitación de navidad de 2021. Entre los programas desarrollados destaca por su trascendencia la confección de una web que quedará como legado, con abundante información de este pionero del cine. Las conservadoras de la filmoteca catalana Rosa Cardona y Mariona Bruzzo son las comisarias de este Año Chomón que busca sobre todo redescubrir a este genio de los orígenes del cinematógrafo entre la población más joven.
El estado actual de nuestros conocimientos, tras años de búsquedas en todos los archivos cinematográficos y el trabajo incansable de numerosos estudiosos (Juan Gabriel Tharrats, Agustín Sánchez Vidal, Joan Minguet, Fundación Jérôme Seydoux-Pathé de París, Grimh, Palmira González, etc.) nos permiten señalar a Segundo de Chomón como una figura imprescindible para entender los primeros años del cine, desde su implementación con técnicas artesanales ligadas a la fotografía, hasta la consolidación de un nuevo lenguaje artístico con una industria mundial.
El hombre de las mil caras, cineasta misterioso, tuvo un peso fundamental en París en los comienzos de la poderosa productora Pathé, como rival del famoso mago Méliès, con el que compartió autoría creativa en numerosas contribuciones en los campos de la animación, el coloreado de películas y los efectos especiales. Chomón sabía cómo usar la técnica cinematográfica para convertirla en efectos especiales, base de un gran cine de espectáculos que, con la llegada de Digital, a menudo se convierte en su principal atracción. La experimentación con el color fue otra constante en la carrera de Chomón, desde su taller de coloración manual, pasando por Cinemacoloris, al nuevo sistema en el que trabajó cuando murió.
En sus películas pioneras el color es muchas veces el auténtico protagonista. Con su cámara, Chomón sabía cómo manipular el espacio y el tiempo para establecer las bases de la animación cinematográfica, especialmente con el método de parada y la combinación poética de técnica y artesanías. Para la historia ha quedado su contribución en la fastuosa Cabiria (1914), lo que facilitó su reconocimiento internacional al ser definido por su director Giovanni Pastrone como “padre de los técnicos cinematográficos”. Ya al final de su vida, durante los años veinte, fue reclamado para dos obras maestras en las que dejó su sello reconocible: la no menos monumental Napoleón (Abel Gance, 1927) y El negro que tenía el alma blanca (Benito Perojo,1927), donde recreó a un primitivo Kin-Kong que devora, literalmente, a una asustada Conchita Piquer durante sus pesadillas nocturnas.