CONTRIBUCIONES CEHA

Arte de ida y vuelta en el Prado

Ignacio J. López Hernández
Universidad de Almería

Diciembre de 2021

A estas alturas poco queda añadir de uno de los acontecimientos culturales y artísticos de los últimos años en España, inaugurado como catarsis después de meses aciagos. Como tantas veces se ha repetido, Tornaviaje. Arte iberoamericano en España no solo cumple sobradamente con los elevados estándares de calidad de las muestras del Museo del Prado, tanto en el discurso como en la selección de sus obras, sino que salda una antigua deuda contraída por la institución con el arte iberoamericano.

Con ello, El Prado apuntala una acertada estrategia en sus programaciones anuales, ofreciendo su altavoz a otras líneas historiográficas que definen de manera más global y plural los amplios dominios de la Historia del Arte. En este sentido, al éxito de exposiciones como Invitadas o la dedicada a Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana, se une Tornaviaje, ahora como recordatorio de que los procesos de transferencia cultural que se dieron a partir de 1492 en el mundo hispánico fueron tanto de ida como de vuelta.

La Asunción de la Virgen

Anónimo. Siglo XVIII. Enconchado sobre tabla, 61 x 86 cm. Museo del Prado.

De este continuo intercambio de modelos y sensibilidades contamos hoy con un rico acerbo patrimonial diseminado por todo el territorio español, de cuya cuidada selección se ha valido esta exposición para construir un discurso a varios niveles que empieza en la misma museografía.

El visitante organiza su recorrido en dos grandes ámbitos que representan dos de los principales espacios de encuentro y convivencia de la América virreinal: la plaza pública como centro de la experiencia urbana donde se concitan vecinos de toda clase, etnia y condición; y el atrio conventual como espacio de sincretismo. De ambos conceptos beben el conjunto de piezas que se exhiben en cuatro secciones interrelacionadas de manera orgánica.

Ángel arcabucero mariano.

Obrador peruano. Óleo sobre lienzo, 161 x 103 cm, h. 1760. Ezcaray (La Rioja), Ermita de Nuestra Señora de Allende, Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño.

Obras excepcionales como el Biombo de la Conquista permiten profundizar en el análisis de un proceso, que aún traumático, alumbró una territorialidad completamente nueva a uno y otro lado del Atlántico. Si la conquista fue unidireccional en lo político, en lo cultural esta exposición ofrece pruebas fehacientes de que fue mutua, ya fuera imbricándose técnicas y percepciones o creando nuevos referentes devocionales en todo el ámbito hispánico, de lo que la Virgen de Guadalupe es ineludible referencia. La presencia de este arte por toda la península contribuye a su entendimiento como elemento de una cultura propia, lejos del reduccionista valor exótico con el que a veces se ha interpretado. Para ello, ha resultado fundamental la encomiable labor de localización, estudio y selección del equipo dirigido por el Dr. Rafael López Guzmán. El resultado de este trabajo evidencia que nos encontramos, en mucho de los casos, ante manifestaciones artísticas de primer nivel, dignas de ser expuestas en uno de los principales museos del mundo, trascendiendo más allá de los valores antropológicos con los que tradicionalmente se han observado.

Ya solo queda que este compromiso de las instituciones se consolide con nuevas iniciativas. Que la extrema originalidad del arte iberoamericano se normalice en espacios como El Prado pasa por su incorporación en el discurso expositivo permanente, al nivel de otras escuelas nacionales e internacionales. Mientras esto ocurre, esta exposición nos ofrece la oportunidad de seguir disfrutando, ahora con ojos mejor educados, de estas y otras obras excepcionales en muchos de los rincones del país.

Las imágenes proceden del sitio web del Museo del Prado.