CONTRIBUCIONES CEHA

Felipe V. Garín Llombart

Amadeo Serra Desfilis

Septiembre de 2023

La muerte de Felipe V. Garín Llombart, a punto de cumplir los ochenta años, pone fin a la carrera de un historiador del arte destacado, por más que su recuerdo no aparezca nítido en la opinión pública actual.

Licenciado en Derecho en la Universitat de València, se doctoró en Filosofía y Letras, sección Historia, por la misma institución, siguiendo un camino ya hollado por su padre, otro historiador del arte valenciano: Felipe Ma. Garín Ortiz de Taranco (1908-2005). Comenzó después una carrera como funcionario del Cuerpo Facultativo de Museos en 1967, a la que siguió la docente en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, hoy integrada en la Universidad Politécnica de Valencia.

Esta doble vertiente, más inclinada a la museografía que a la docencia e investigación, le acompañó hasta su jubilación como Catedrático de Universidad en 2014, si bien destaca por el desempeño de cargos eminentes en años de labor fecunda y de cambio político y social en España. Dirigió el Museo de Bellas Artes de Valencia (1968-1990), el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias “González Martí” (1972-1987) en la misma ciudad y alcanzó la dirección del Museo del Prado entre abril de 1991 y octubre de 1993.

Estos puestos no fueron los únicos en que ejerció como historiador del arte, pues Felipe V. Garín fue consecutivamente director del Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales (1993-1995), director de la Academia Española en Roma (1996-2002), presidente de la Sociedad Estatal para la Acción Exterior (SEACEX) (2002-2004) y director gerente del Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana, desde donde promovió exposiciones, encuentros, publicaciones y actividades culturales, con una voluntad de servicio público e integración de personal bien cualificado.

Imagen facilitada por del Museo del Prado.

En todos estos cargos dejó un recuerdo grato entre sus colaboradores, por su talante cortés y respetuoso, así como por la voluntad de contar con personas expertas y conocedoras más allá de las disputas académicas, de las filiaciones institucionales o de las afinidades electivas. Sin él y sin sus dotes diplomáticas serían inconcebibles valiosas exposiciones en nuestro país, como la Visión de España de Sorolla con las obras de la Hispanic Society, que atrajeron a gran número de visitantes en varias ciudades, o la recuperación de la figura del pintor que ha tenido lugar en los últimos años, tarea en la que le acompañaron otros historiadores del arte como Facundo Tomás y Tomàs Llorens, ya desaparecidos.

A esta dedicación sacrificó su labor investigadora, que supo retomar en los últimos años, con sus estudios sobre Joaquín Sorolla y otros pintores valencianos, desde el siglo XV hasta nuestros días. Quienes mejor le conocieron destacan su capacidad para poner en marcha empresas a veces audaces y reunir en torno suyo a las personas más competentes, dotándoles de los medios y el apoyo para llevar a cabo una labor cultural de clara vocación pública. Ayudó generosamente a muchos a llevar adelante proyectos y estudios que él mismo no estaba en condiciones de emprender.

Deja tras de sí una trayectoria destacada por la gestión de los proyectos culturales y el compromiso con el conocimiento de la pintura y la divulgación de la Historia del Arte a través de publicaciones, conferencias, artículos y exposiciones que contaron con el respaldo institucional y el interés del público.